Un tanto sorprendente encontrar en medio de una zona casi de selva con
vegetación exuberante, unos cuantos kilómetros cuadrados de desierto.
El paisaje es una sucesión de cañones que el agua ha labrado y sigue
labrando en el poco consistente terreno dando lugar a un laberinto de quebradas
con una vegetación particular formada mayoritariamente por espinos y cactus.
Para los que conocemos las Bardenas Reales de Navarra el paisaje de La
Tatacoa recuerda enormemente aquel.
La diferencia es que aquí no hay restricciones para acampar ni para
transitar por todos los lugares posibles, hacer una barbacoa y disfrutar del lugar.
Mención especial merece el observatorio astronómico allí situado, un lugar
privilegiado por contar con un espacio con escasa contaminación lumínica. Allí,
en una amenísima charla ofrecida en un montón de idiomas simultáneamente por
Guillermo, el director, pudimos repasar nuestros conocimientos de astronomía,
echar un vistazo a la luna a través de un telescopio muy potente e incluso
acoplar nuestra cámara fotográfica al ocular del telescopio y filmar un pequeño
vídeo de la superficie de nuestro satélite.
Imágenes de la luna con nuestra cámara acoplada al ocular del telescopio del observatorio del Desierto de la Tatacoa
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