Después de la visita de
Bogotá, necesitábamos unos días tranquilos y los pudimos disfrutar con las
visitas a Villa de Leiva y Barichara, dos pueblos coloniales realmente
agradables y muy cuidados por los que pasear es todo un placer. Poco después de
la llegada a Villa de Leiva, una comida en un puesto del mercado semanal nos
hizo sentir que la estancia iba a ser placentera al saborear un tan abundante
como delicioso plato de un surtido de carnes y embutidos que estaba realmente
bueno.
Allí, en Villa de Leiva
visitamos alguna de las cosas que el folleto turístico señalaba, como la casa
de terracota, una construcción que seguramente hubiera podido firmar Gaudí, un
lago en las proximidades y un enclave de la cultura que desde tiempos muy
anteriores a la llegada de los conquistadores puebla la zona: los Muisca. Hoy,
aunque ya muy mezclados , luchan por mantener viva su identidad.
Barichara es otro bonito
enclave en el que el propio deambular por sus amplias, limpias y bien
pavimentadas calles es todo un placer.
Acampamos en la parte
alta del pueblo con unas magníficas vistas hacia el valle que luego abríamos de
recorres en una caminata de dos horas y media hasta el pueblecito de Guane,
desde donde regresamos en un bus.
También éste último
poblado resultó francamente bonito.
Desde Barichara, un corto
desplazamiento nos llevó a Bucaramanga, en donde esparábamos el encuentro con
Karina e Iván con los que pasaremos una temporada intentando mejorar nuestros
conocimientos de vuelo con el paramotor.
Villa de Leiva
Villa de Leiva
Barichara
Vista de Bucaramanga desde el "Voladero de las Águilas
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