Una aduana más sencilla de lo que venía siendo habitual y algunos
kilómetros aceptables para llegar a un Parque Nacional sencillo y agradable con
una bonita laguna que rodeamos a pie al día siguiente. Bonitos paisajes y la tranquilidad
que ya nos hacía falta tras todo lo escuchado sobre la seguridad en El
Salvador.
Desde allí y con un atasco de coches que nos hizo pasar cuatro horas para
hacer poco más de treinta kilómetros llegamos al lugar de acampada en
una calle de la ciudad, bastante tranquila, a la puerta de un hostal que nos
acogió con una gran hospitalidad de forma desinteresada.
Algunas compras en un supermercado cercano y una visita rápida en la mañana
siguiente nos permitió conocer por
encima la ciudad. Es un caos de gente, vendedores ambulantes, puestos
callejeros, manifestaciones, sirenas, etc.
Por ello, después de comer en el camión decidimos rodar los escasos 40 km
que nos separaban del parking del Volcán Pacaya con intención de hacer la ascensión
al día siguiente y pasar una noche tranquila.
Sin embargo como llegamos aun con tiempo, hicimos una caminata de una hora
hasta un mirador frente al volcán para ver las llamaradas que salen de su cráter una vez caída la noche
y fue una gran idea pues pudimos contemplar algo verdaderamente espectacular.
En el ascenso tuvimos a la vista casi en todo momento los tres volcanes que
rodean la ciudad de Antigua: Agua, Fuego y Acatenango de 3990 m. El volcán Agua emite fumarolas permanentemente
y durante el descenso, realizado de noche a la luz de las linternas pudimos ver
las enormes llamaradas que salen de su cráter.
Ciudad de Guatemala:
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