Después de muchas dudas sobre entrar o no en El Salvador decidimos hacer un
paso rápido por el país.
Había dos o tres razones que nos hacían dudar: la más importante eran las
razones de seguridad que casi todas las opiniones deban como muy baja y una
segunda era que, habiendo entrado ya en Guatemala y pagado la tarifa que en
todos los países centroamericanos cobran por entrar, si pasábamos por El
Salvador y reentrábamos en Guatemala no sabíamos si nos iban a cobrar de nuevo.
En la aduana nos dieron un certificado de tránsito que nos eximía del pago en
nuestro regreso, por lo que haciendo un recorrido que prestara una atención muy
especial a la seguridad, decidimos hacer un corto recorrido que teníamos en un
principio planeado.
Hicimos una primera parada en el lago Guija en donde descansamos durante un
día entero a la orilla del agua. El sitio es bonito, pero allí, como en todo el
país la suciedad es demasiado presente. La suciedad y legiones de mosquitos,
que nos obligaron a permanecer dentro de casa sin luz.
Desde allí llegamos al P.N. de los Volcanes y acampamos en una preciosa
finca que hace de camping entre los tres volcanes más importantes del país: Izalco,
Cerro Verde y Santa Ana, al que ascenderíamos en una caminata mediana en cuanto
a dureza y que nos permitió ver la laguna sulfurosa que ocupa el cráter. El
volcán está ahora poco activo, pero tuvo una gran erupción en 2005, aunque no
parece ser el peligro más inminente de la visita, ya que no pudimos subir por
nuestra cuenta, sino que hubimos de esperar a reunir un grupo que sería
acompañado por un policía armado durante toda la ascensión y el descenso.
Las vistas desde la cima son muy
bonitas con la presencia de los otros dos volcanes y en el valle el lago Coatepeque.
Un corto desplazamiento nos acercó a las ruinas de Tazumal en donde se
visita una pirámide de origen Maya que, a nuestro entender destrozaron en los
años 40 del pasado siglo con una lamentable restauración que la cubrió casi por
completo de cemento.
Con estas tres visitas dimos por finalizada nuestra estancia en el país, en
el que, como en toda Centroamérica, las personas son muy amables, pero que
desgraciadamente carecen por completo del concepto de que la basura no se puede
arrojar sin más, considerando además que la sensación de inseguridad también
influyó en la brevedad de la visita.
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