Varias circunstancias nos llevaron a hacer una visita a este país bastante recortada en relación a lo previsto: en primer lugar los precios tanto de los
productos más básicos de alimentación como los de las entradas a los parques
nacionales, en los que el precio para los costarricenses era 10 veces inferior
al que teníamos que pagar los extranjeros, y
en segundo lugar la mala fortuna de sufrir un accidente de tráfico
(únicamente daños materiales) en un país con una legislación a todas luces
errónea, pues el vehículo implicado no puede abandonar el país hasta que haya
un acuerdo entre las partes o se celebre el juicio en dos o tres años, lo cual le proporciona al local una
posibilidad de extorsión casi ilimitada. Pasamos allí, sin duda, los peores
días de todo nuestro tiempo en viaje.
En fin, gracias a la impagable ayuda desinteresada de un abogado (y su familia) a los que nos presentaron
otros Overlanders que habíamos conocido en Cartagena de Indias, conseguimos resolver el
problema, aunque no sin ceder en gran medida a las pretensiones de la otra
parte. Nuestro más profundo y sincero agradecimiento a Eliezer Miguel y sus padres Mireya y Eliezer sin cuya ayuda no hubiéramos podido resolver de forma satisfactoria el embrollo en el que nos vimos implicados.
Nos dio pena no visitar el país más
a fondo pues es realmente bonito y con gente extraordinariamente agradable,
pero a veces las circunstancias obligan a determinadas renuncias.
Conocimos el pueblo y la zona caribeña de Puerto Viejo en cuyas
proximidades pasamos un buen día en una solitaria playa caribeña, visitamos
Cartago y algunos enclaves de alrededor e hicimos un recorrido por la zona de
los volcanes. Ciertamente un pobre balance para lo que el país merece, pero
tras sentir una desagradable sensación de falta de libertad, soñábamos con
pasar la frontera y dejar atrás tan mala experiencia.
Aunque casi no la disfrutamos, Costa Rica tiene una enorme diversidad de fauna
1 comentario:
Que pena. Pero se ve hermoso
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