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sábado, 6 de diciembre de 2014

Salida del P.N. Posada dos Guimaraes hasta el P.N. Cerro Corá ya en Paraguay


Después de la cita con nuestros nuevos amigos en Cuiabá pasamos unos días tranquilos por los parajes del parque y sus alrededores aunque fueron  duros a veces a causa del calor. En Cuiabá cuentan una anécdota que dice que una vez estaba un diablo en el infierno poniéndose protector solar cuando otro diablo le pregunta porqué. El primero responde: es que tengo que ir a Cuiabá
Hicimos una compra grande en el propio Cuiabá y comenzamos nuestra ruta cara al sur. Varias jornadas de carretera con los habituales problemas para encontrar una sombra para parar a comer y pernoctando generalmente en las plazas de los pueblos con desigual suerte en cuanto al silencio nos llevan a través de un bonito aunque monótono paisaje hasta Rio Verde en donde nos habían informado de la posibilidad de acampar en un bonito paraje al lado de un río con siete cascadas. El lugar se llama Sete Quedas y resultó muy agradable. Nos bañamos en una de las plataformas entre dos cascadas y sobre todo disfrutamos de la circunstancia de la disminución del calor.
Allí encontramos a los primeros viajeros en camping-car. Una simpática pareja brasileña que nos proporcionó mucha información incluido un CD con una relación de todos los campings de Brasil.
Otras dos jornadas nos llevan hasta el pueblo llamado Bonito, del que todo el mundo (nuestra guía Lonely Planet incluida) nos había dicho que hacía realmente honor a su nombre.
Pues bien, no vamos a decir que no sea un sitio agradable, pero muy distante del concepto que nosotros tenemos de los lugares a los que nos gusta ir. Se trata de un pueblo perfectamente preparado para el turismo en el que todo, absolutamente todo es de pago. Nosotros preferimos la naturaleza y los lugares en los que la intervención humana se note lo menos posible.
De nuevo una jornada y media de carretera y estamos en la frontera entre Brasil y Paraguay.
Increíble. Los dos pueblos uno brasileño (Punta Porá) y otro paraguayo (Pedro Juan Caballero) son en la práctica uno solo sin ningún tipo de barrera entre ambos y constituyendo una especie de puerto franco de productos mayoritariamente chinos.
Dimos un paseo para obtener algo de dinero paraguayo (otra locura: 1 €=5.500 Guaraníes) mientras veíamos en los escaparates aparatos marca “Pony”, “Kanon” etcétera.
Después de comer tomamos la carretera esperando encontrar el puesto fronterizo y tras rodar unos cuantos kilómetros comprendimos que no existía por lo que volvimos al multipueblo y preguntamos donde había que ir a sellar los pasaportes de salida de Brasil y entrada a Paraguay. Como es habitual nadie sabía gran cosa y nos costó dos horas terminar los trámites que nos obligaron a ir hasta el aeropuerto (brasileño), volver al centro para la aduana de Paraguay y buscar la cochambrosa oficina de inmigración de éste país para sellar los pasaportes.
Una vez terminado el papeleo de nuevo en una buena carretera en una hora llegamos al P.N. Cerro Corá en el que hay una agradable zona de acampada y es todo gratis. Después de mas de un mes en Brasil ya no recordábamos el significado de esa palabra.
El parque es bonito con un original paisaje y alberga el lugar histórico de la última batalla en la guerra de la Triple Alianza en la que Paraguay se embarcó contra Argentina, Brasil y Uruguay hace algo más de cien años y que, por supuesto, fue un desastre para el país.
Nos quedamos algo más de tres días en el parque acompañados durante el último por un matrimonio y su hija franceses de La Martinica con un Iveco. Los primeros Overlanders de esta fase del viaje.

Como es habitual intercambio de información y anécdotas en charlas muy agradables.

















1 comentario:

Anónimo dijo...

Pero que pelotudos y boludos siempre dando envidia hay que joderse. y a nosotros nos toca trabajar