Aunque se sale de la línea que venimos manteniendo en nuestro Blog, nos
pareció necesario hacer algunas consideraciones sobre lo visto en nuestro paso
por los seis países que forman parte de América Central.
Empezamos por comentar que tenemos la esperanza de que los muchos amigos y
conocidos que hicimos a lo largo de nuestro recorrido por estos países no se
sientan molestos por los comentarios desfavorables que leerán. Se trata única y exclusivamente de nuestra
opinión que no tiene porqué estar acertada y que siempre la expondremos con un
ánimo positivo ya que las gentes de estos países son en un abrumador porcentaje
atentos, simpáticos y colaboradores y no tienen porqué sentirse responsables de
los pocos impresentables que nos tropezamos, ni tampoco de todos los errores,
corrupción y desatinos de los estamentos oficiales.
Desde el punto de vista de paisaje, ciudades y lugares a visitar, diremos
que, si bien no es mucho lo realmente sobresaliente, si existen muchos enclaves
dignos de visita, tanto naturales como arqueológicos o ciudades propiamente
dichas.
Las infraestructuras entre mediocres o, en algún caso, manifiestamente
malas, y esto para mi, frecuente viajero a través de África, no debería ser
motivo de comentario, pero no podemos por menos que hacerlo notar, toda vez que
la entrada y el paso por los países africanos no se ve cargada por tasas de
aduana elevadísimas y a veces escandalosas o peajes en pistas que costaron tres
horas para un recorrido de treinta y ocho kilómetros tras el que hay que pagar
un peaje por el mantenimiento de la “carretera”.
Mención aparte merece el apartado sobre el coste de la vida. Absolutamente
desproporcionado con los niveles de vida de estos países, llevándose la palma
el caso de Costa Rica que dimos en llamar “Costa Cara” por el nivel absurdo de
los precios.
De las aduanas solamente decir tres adjetivos: corruptas, desorganizadas y
desagradables, con excepción de las de Panamá y Guatemala.
Un tema importante es el referido a la seguridad. Nosotros no hemos tenido
ningún problema, pero la sicosis presente tanto en los estamentos oficiales como
en la población, nos hizo sentirnos permanentemente preocupados.
A partir de todo lo expuesto, nuestra experiencia fue positiva en cuanto a
gentes, paisajes y otras visitas y realmente amarga a causa de un accidente de
circulación sin consecuencias personales, pero que al ser sufrido en un país
(Costa Rica) con una legislación que deja al extranjero a la buena o mala
voluntad de la parte contraria y habiendo tropezado para nuestra desgracia, con
la gente más retorcida que cabe imaginar, consiguió hacernos pasar los peores
días de todo nuestro viaje. A cambio, también nos permitió conocer a las
mejores personas en mucho tiempo.
En resumen, experiencia agridulce compensada a duras penas con magníficas
visitas.
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